Que ya lo olvidé. Que olvidé cuanto te amaba y como tu ausencia dolía por las noches, que siempre supe que no podría tenerte conmigo. Ya me resigné... Al menos eso tengo que creerme, para que la verdad oculta no me lastime más. Ser insensible, funciona generalmente pero luego vienen los momentos de lucidez y entonces... el dolor regresa. Tanto o más profundo que antes. Pero no, no todo sigue igual. El tiempo juega a favor del olvido y de a poco se van perdiendo aquella sensación de frustración. De querer gritar y sacarse todo de adentro, de llorar sin pausa.
En fin, todo es relativo. Todavía te extraño... Mucho. Y te sueño y te pienso, a pesar de todo... A pesar de que sé que no debería, porque es una causa perdida. Pero lo hago, casi por inercia. Supongo que necesito soñar, seguir mintiendome para continuar creyendo que no todo es malo y que al menos el sentimiento es real y que todo lo demás también lo es.