En el principio de los tiempos, cuando Dios lo
gobernaba todo y todos los mundos se regían por él, existía un ángel de luz que
dominaba la oscuridad, como un gentil rayo en un día primaveral. Conocedor de
todas las runas, controlaba el fuego y el aire. Su nombre era Sigel (runa que
significa “luz del sol”). Ella se reveló contra Dios y huyó a otro mundo junto
al demonio Frylock, a quien amaba. Ambos rompieron el tabú y poseyendo cuerpos
materiales engendraron un hijo mortal en la Tierra Media.
Pero los ángeles de Dios encontraron a Sigel,
separaron su alma de su cuerpo espiritual y la enviaron a la tierra, donde
reencarnaría, viviría una vida marcada por un trágico amor y moriría dolorosamente,
una y otra vez hasta el fin de los tiempos.
Frylock recibió su castigo también y fue
arrojado a la tierra. De este modo el hijo de ambos fue criado por otras
personas, en un mundo diferente al de sus padres.