
Volar, soñar… volar…
Los sentimientos, las emociones se te agolpan en la mente. Los recuerdos te persiguen a cada momento y tu vida se hace miэrda.
¿La desolación te ha ganado la batalla? ¿Acaso fue la desesperanza? ¿La depresión?
Estallas en un torrente de lágrimas que recorren tus mejillas. Ha hecho jirones a tu pobre alma. Te ha destrozado el corazón. Ha acabado con tus sueños de un solo zarpazo.
Me siento confundida, desolada, indiferente.
Saber que siento lo mismo que hace meses aún después de haberme asegurado una y otra vez que no volvería a ocurrir. Aún después de que todo haya cambiado. Y todo ha cambiado. Todo.
Pero todavía me pueden hacer daño, aún lo hacen. Sentirme recriminada, acusada y sentirme culpable. Porque soy la culpable. Y sentir que lo eché todo a perder. Y saber que yo tengo la culpa. Estar segura de ello. Y no saber que hacer para remediarlo, no saber como recuperar lo que siento perdido. No saber…
Sólo sentir. Sentirte culpable. Y sentir que el remordimiento te persigue…
Y no sólo eso, sino pensar en lo que pudo haber sido y no fue, sólo porque tu no lo permitiste, porque tú no quisiste que sea. No haber pensado en las consecuencias, no haberlo hecho…
Y cuando crees que puedes superarlo, justo cuando logras serle indiferente en el día… la noche llega. Con sus fantasmas. Llega para recordártelo una y otra vez. Hasta que no logres olvidarlo nunca. Hasta que sufras.
Sufre, sufre… aprende a sufrir, aprende a vivir con el dolor…
¿La vida vale la pena? ¿Ésta vida vale la pena?
Lo ha logrado. Ha logrado que te lo vuelvas a preguntar… ¡Si! ¡Lo ha logrado!
Pero… ¿quién lo ha logrado? Confusión… ¡Confusión otra vez!
Y viene ella, con su sonrisa irónica. Riéndose de tu estupidez.
¡Estás loca! ¡Estás enferma! ¿No ves acaso que todo eso no vale la pena? ¿No te das cuenta de que estás llorando por algo que no vale la pena? ¡Piensa! ¡Piensa! Piensa fríamente y analízalo. No vale la pena. Es algo tonto, algo ridículo, algo superficial. No existe, no hay tal. Lloras y te autodestruyes por nada. Por algo que no existe. Algo que sólo está en tu mente. ¡Piensa! ¡Piensa!
Y entonces lo pienso, lo analizo. ¿Y si tiene razón? Todo esto no está más que en mi mente, sólo allí existe. Es algo incorpóreo. Es sólo una idea… tiene razón…
¿Lo ves? Lloras por nada…
Es cierto. Ella me ha devuelto la cordura. Me ha devuelto la paz. La indiferencia.
Pero se va… y me deja. Pero volverá, volverá…
Y a la noche siguiente cuando los fantasmas regresan a atormentarme, cuando de nuevo me invaden los recuerdos la espero, la espero… Y viene a salvarme de nuevo. No sé que haría sin ella. Si ella me faltara… ¿qué haría?
Anoche me faltó. No vino a rescatarme. ¿O era ella la que se unió a los fantasmas de la noche para acuchillarme en el corazón? Lo hicieron, una y otra vez y nadie pudo salvarme. Ella no vino a salvarme. El torrente de lágrimas se desbordó de mis ojos. Lloré como no lo hice hace mucho. Uno de los fantasmas me dijo que ya lo extrañaba. Que ya había pasado demasiado tiempo desde la última vez que había llorado así. Y ella… ¿era ella? Sí, creo que era ella. Estaba disfrazada claro. Se confundió entre la oscuridad.
Estás sobreviviendo. ¿No estás harta de sobrevivir? No vives, sobrevives. Tu vida es una porquería. ¡Piensa! ¡Piensa! ¿Qué tienes? No tienes nada. No tienes a nadie. Ya sabes, ellos son sólo una idea. Te lo dije. Sólo están en tu mente. Nunca te podrán ayudar.
Es cierto… tiene razón. No tengo nada. No tengo a nadie. Todo está en mi mente. Sólo sobrevivo. ¡Ya estoy harta de sobrevivir! ¡Quiero vivir!
Y ella soltó una carcajada. Los fantasmas se le unieron. Se rieron. Todos se rieron de mí. Me señalaron y se rieron. Y yo lloraba, lloraba tratando de no escuchar sus risas. Y traté de gritar, de salir de allí. Pero la noche me atrapó. Y los fantasmas me rodeaban. Estaba acorralada. Estaba atrapada.
¡No puedes! No hay porqué. No hay con quien. No hay razón. ¡Piensa! ¡Piensa!
Una vez más. No otra vez… Pero tenía razón.
¿Lo ves? Siempre tengo razón, pero tú no escuchas. Nunca lo haces.
¡Lo hago! ¡Lo hago!
¿Lo haces? Claro… pero no me escuchas a mí. No escuchas a quien deberías escuchar. Los escuchas a ellos. A ellos que no te dicen nada. Los escuchas a ellos. Pero no te das cuenta de que no te dicen nada. No tienes nada. Ya no te queda nada.
¡No! ¡Eso no es cierto!
Y traté de taparme los oídos para no escucharla, pero los fantasmas se le unieron. Todos lo repetían una y otra vez.
¡Ya no te queda nada! ¡No tienes nada! ¡Nada! ¡Nada!
Y volvieron a desgarrarme por dentro. A arañarme el alma. Me acuchillaban el corazón…
Y sentí de nuevo ganas de huir, salir a donde sea. Sentí ganas de gritar. Pero de mis labios no salía ningún sonido. No podía, no podía…
Ella está a sólo unos centímetros de distancia, pero a veces la siento tan lejana…
Yo la he destruido. Ella me lo ha confesado. O era… “ella” quien destruyó a mi madre? No lo sé, no lo recuerdo…
Pero anoche mientras los fantasmas me atormentaban y mientras sentía ganas de gritar… me revolví en mi cama y sin quererlo la vi. A unos centímetros, pero tan lejana… la responsable. La verdadera responsable de que mi vida fuera una porquería. De que los malditos fantasmas me atormentaran por la noche. De que… de todo. La responsable de mi desdicha. ¿O no lo era? Sí, ella lo era. Con su ingenuidad, con su ignorancia ella me estaba matando de a poco, lo había hecho desde que era una niña. Desde que tenía… ¿6 años? No lo sé, tal vez desde mucho antes, no lo sé.
¿Mami, de verdad el dinero es tan importante?
Le había preguntado horas antes. Ella guardó silencio durante algunos segundos. Tal vez… tal vez… Una pequeña luz de esperanza empezó a crecer dentro de mí. Tal vez aún había posibilidades, tal vez…
Claro, es muy importante.
Me dijo algo más pero no lo recuerdo. Sólo recuerdo haber sentido una tristeza muy profunda. La poca esperanza que había empezado a crecer… murió tan rápido como había nacido. Sólo una sonrisa estúpida cruzó por mi rostro y ella no se dio cuenta de nada. La oía… pero no la escuchaba. No sé que dijo, no lo recuerdo.
Y ahora ella dormía tan plácidamente a unos centímetros de donde yo era víctima de los fantasmas de la noche. Mis propios fantasmas… Y ella no lo sabe, nunca lo supo y no creo que alguna vez se entere.
Tienes que pensar en tu futuro. Tienes que ver si el dinero que piensas invertir en tu carrera lo vas a recuperar. Ya estabas en ingeniería, deberías haber seguido. ¿Cuanto has invertido hasta el momento? Calcula, eso multiplicado por lo que te resta de carrera, eso sin contar con los otros gastos que tienes que hacer.
Sí, lo sé, lo sé… estoy sola en esto...
Pero estoy trabajando. El dinero que estoy ahorrando… lo tengo pensado para otra cosa. Pero… si no me quieres ayudar a pagar la matrícula no importa. Con lo que he ahorrado lo voy a pagar. Tener algo más… nunca lo tuve. No importa si ahora tampoco puedo tenerlo. No importa…
¿Y para el próximo semestre qué? Tendrás que volver a pagar. ¿Le has dicho a tu padre que te deposite?
No, no, a él le importo menos que a ti. No lo quiero molestar, no quiero perder el tiempo con él… ¿Es acaso él el verdadero culpable? No lo sé… ¡No lo sé! Apenas lo conocí hace menos de cuatro años atrás. ¡No lo sé!
Pero… tenía razón. El dinero… ¿Cuánto puedo ahorrar si no pago la universidad? ¡Mucho! ¡Mucho dinero! Y además ahorrarme los malos momentos, cuando ella me atormentará con eso cada día antes de ir a la universidad. Sí… además, ¿no habías pensado en que tal vez esa no era tu carrera? ¿Qué no era tu campo? No, no era eso, sabías que podías hacerlo bien. Lo habías hecho excelente durante dos semestres. ¿Acaso las buenas notas no importaban? ¡Claro que si! Eras la mejor. ¡Eras la mejor! Pero… eso no te había bastado. Sentiste que estabas perdiendo el tiempo verdad? Estabas perdiendo el tiempo allí, ¿o no? No lo sabes, no lo sabes. ¡Sí! ¡No lo sé! ¡No lo sé!
Quiero cumplir mi sueño, esa carrera me ayudaría, me estaba ayudando, pero no tanto como quería, no de la forma que quería, ¿pero que haría entonces? ¿Esperar otro semestre, otro año para empezar de nuevo en otra parte? Empezar de nuevo cuando ya debería de haber terminado… ¡No! ¡No! Debo seguir, debo seguir. Aún vale la pena, vale la pena. Seguiré, seguiré… Allí ahora tengo amigas, si, allí tengo amigas, tengo un grupo de amigas, allí soy alguien, allí tengo algo, soy alguien y tengo algo. Allí tengo algo… ¡soy alguien!
¿Amigas? ¿Ellas son “amigas”? ¿Eres alguien? ¿Para quien? ¿Para esos tontos?
¡Piensa! ¡Piensa! No son nada, no son amigas. No son nada. ¡Piensa! ¡Analiza!
Lo sé, lo sé… sólo me admiran. Soy alguien, pero solo para esos tontos. Son unos tontos. Ellas… ellas no son amigas. Son compañeras, pero… podrían llegar a ser mis amigas…
¿Ellas? No, ellas no. Son huecas, son tontas. Tal vez… ¿Ana?
Sí, ella. Ana. Ella se parece a mi… ella entiende. Ella entiende. Tenemos muchas cosas en común. Ella me devuelve a la realidad. Ella es como tu… pero se parece a mi. Ella me entiende. Yo la admiro. Y ella me admira. Podríamos llegar a ser buenas amigas. Debo regresar por ella. Además… no tengo un lugar mejor a donde ir. Allí tengo algo, por más estúpido que sea. Allí tengo algo. Allí soy alguien. No quiero volver a empezar… no otra vez. No tan pronto. Allí tengo algo. ¡Allí soy alguien!
Sí, lo tenía decidido. Volvería. Regresaría al lugar donde ya tenía algo, donde yo era alguien. Estaba ansiosa por volver. Volver a ser alguien a tener algo. Pero era sólo un sueño del que tendría que despertar algún día.
Mi madre me despertó de ese sueño. Lo hizo bruscamente. Me despertó del sueño un día después de que mis amigos me dijeran que yo tenía la culpa. De que yo los había abandonado. Y tenían razón. Me había ido para vivir en ese mundo al que ahora estaba segura no regresaría. Donde había tenido algo, donde yo había sido alguien. Donde había construido una vida mientras dejaba a mis amigos. Dejé a mis amigos para crear una vida que ahora no valía nada. ¿Irónico verdad?
¿Y ahora que hago? Tenía que empezar de nuevo, pero… fue muy rápido, demasiado rápido… salí a la calle. Al menos tenía algo fijo. Había una pequeña salida, la más inusual tal vez. Conocer a alguien. Tendría que esperar meses aún, pero esa persona se convirtió de repente en un faro en medio de ese mar lleno de tempestades. Era una pequeña esperanza. Ahora contaba con el dinero. Con más dinero. Si, al final esa fue la salida. Mientras caminaba por la calle pensaba…
El era un amigo. Lo conocería. Sería mi amigo, no importaba lo lejos que estuviera. Tendría a alguien. Tenía a alguien. Y pensé… mi mente voló… él me escucharía. Él me consolaría, me abrazaría, me entendería… Yo sería alguien para él. Sería alguien otra vez…
Y fui a averiguar lo que costaría. Y me alegré porque era posible. Podría ir a verlo. Era posible. Y lo haría. ¿Qué me lo impediría? Iría sola, eso era lo que necesitaba. Estar sola y una vez que llegará allá lo tendría a él. Sí, sería genial. Es genial. Una gran idea. Un nuevo comienzo…
Y después fui al instituto donde una vez pensé entrar. Donde en solo un año tendría un título y podría empezar a trabajar. Y me pagarían mejor en ese trabajo. Y ganaría dinero… Claro que el instituto también costaba, pero costaba menos que la universidad, mucho menos que la universidad. Y en un año podría recuperar lo invertido. ¿No era eso lo que quería mi madre? Si, eso era importante. Recuperaría el dinero. Le pedí para la matrícula anual, no semestral. Costaba menos. Doce veces menos que en la universidad. Podía pagarlo yo… pero tenía que ahorrar el dinero para el viaje.
¿Pero porque no vas al instituto público? Ahí no tienes que pagar nada y además es más acreditado. ¡Ve y averigua!
No otra vez. No de nuevo…
Pero fui y las plazas estaban llenas. No tenía todos los requisitos. No había la carrera que me interesaba…
¿Y ahora qué? Confusión, confusión, confusión una y otra vez. Más confusión. Pero “ella” no dejo que esto me importara. Me volvió indiferente. Me habló por las noches y me salvó. Era cierto, no importaba. Ahora soy joven. ¿Qué importa si tengo que volver a comenzar otra vez cuando debería haber terminado? Puedo volver a comenzar, una y otra vez. Volver a comenzar. Puedo.
Pero anoche ella me atacó. Se unió a los fantasmas y me atacó. ¿Por qué lo hizo?
Sentí que no podría soportarlo más. Estaba exhausta. Estaba cansada de luchar en contra de los fantasmas. Estaba cansada de llorar. Sentí ganas de morir. Sentí… sabía… en ese momento podría haber sido capaz de quitarme la vida. No soportaba las voces, las burlas de los fantasmas de la noche. La desolación, la desesperanza, la desilusión, la depresión… Ella les ayudaba. Y era tan cruel… tan cruel… Me dejaban descansar, olvidar por unos segundos, hasta que recuperaba las fuerzas y entonces me atacaban otra vez. Una y otra vez. Cada vez con más fuerza. Y me rendí.
Ellos ganaron. Me ganaron y vi sus rostros. ¿Estaban felices? Me habían ganado… pero no parecían jubilosos. ¿Por qué? ¿por qué no festejaron? Sólo se quedaron viéndome… disfrutando mi destrucción, pero no festejaban, sólo me veían…
Y yo estaba cansada… cansada de llorar. Mis ojos se fueron cerrando poco a poco… tenía miedo. Miedo de cerrarlos… ¿Pero por qué tenía miedo?
Los fui cerrando… El sueño llegó a salvarme. Oh si. Él también me rescataba. ¿Cómo podía haberme olvidado de él? Él era misterioso y me hacía olvidar. Sí… mañana sería otro día. Él me haría olvidar esa noche. Sí… el me cubría las espaldas, el me rescató anoche. Me levantó suavemente y me llevó entre sus brazos. Me dormí en su regazo.
Sólo había sido la batalla de una noche. Sólo una batalla más. Ahora lo sé. El sueño es reparador. Él me curó las heridas de anoche. El me hizo olvidar el dolor…
Ahora tengo que seguir luchando por las noches. Tal vez hoy no. Tienen que descansar los fantasmas. Deben volver a armarse. Pero ella seguirá viniendo como si tal. Lo sé. ¿Cómo pude olvidarlo? Ella siempre había estado con los fantasmas. Aún así me ayudaba, me rescataba. Ella es misteriosa también. Nunca la entenderé. Tal vez venga sola esta noche…
Y me dirá: Todo se vale en la guerra.
Aún no han ganado la guerra.
Estás loca.
Y sonriendo le diré: Lo sé
0 comentarios
Temática Memorias de una loca